Aquí estoy anhelando bajo la lluvia amiga
algún tren que me lleve al paisaje soñado
y dejar esa estepa donde siempre he habitado
para explorar un monte en que el sol se prodiga.
Si la tormenta arrecia y el paraguas no abriga,
sólo queda esta espera o atravesar el vado
para hallar el camino que mi suerte ha marcado
con una blanca flecha que me orienta e intriga.
Pero el tren se retrasa y me siento cansada
en el andén que aguarda callado y solitario
la sierpe trepidante que surja de la nada,
Sin embargo parece que ha cambiado su horario,
y la opción es el río ya que estoy empapada,
aunque cruzarlo implique un acto temerario.
Olvido en el estuario
bagaje e inventario...
Me invita el pinar alto con un perfume intenso
y la nevisca flota danzando en el ascenso.
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