viernes, 29 de julio de 2016

Arbol de una existencia feliz










Éste era un árbol mágico que irradiaba colores,
su follaje de luces se proyectaba al cielo
y al final de la lluvia extendía su velo
para armar arcoíris con alegres albores.

Bajo su bella sombra yo miraba sus flores
perfumadas de dicha y prendía en mi pelo
alguna bien bonita que matizaba el suelo
y mi alma de inmediato se encendía de amores.

Me pregunté si él era un árbol de la vida
y entre sueños felices encontré la respuesta
porque sin darme cuenta descubrí la salida

por un camino llano sin subir por la cuesta
de penas o problemas y comprendí enseguida
que sus luces tornaban la vida en una fiesta.




lunes, 25 de julio de 2016

Amigas bajo la lluvia



La vida era una fiesta que regalaba amores,
jamás nos arredraban ni rayos ni centellas,
saltando sobre un charco salpicado de estrellas
abríamos felices paraguas de colores

se volvían sombrillas recogiendo las flores,
si el sol se divertía en las tardes más bellas,
las horas no entendían de envidias ni querellas
y los sueños tejían trayectos seductores.

Ahora que giramos en ronda itinerante
como un paseo atávico de luna cristalina
que transparenta el mundo de ayer en un instante

pintamos primaveras, jugando en una esquina,
 con risas que perfuman algún día fragante
de esta amistad que endulza como una golosina.



lunes, 11 de julio de 2016

Viajeros


Mientras me hamaco, miro
 el foco de la cámara, que es tu ojo virtual y consecuente,
 propicio a mi destino bajo algún cielo exótico,
 magnífico de sol o en claroscuro adiós de golondrinas.
 De pronto estoy aquí, frente al amanecer impostergable
que irrumpe tras un lienzo de gaviotas,
 pintando con sus luces de bengala praderas florecientes de colores.
Tal vez me has observado con sigilo
 puertas adentro de un palacio, desde el acantilado
 con rejas entreabiertas para encantar al más osado forastero,
  a través de moriscas ojivas desveladas
 o troneras afuera del navío, anclado en la bahía solitaria.
Me inundas de repente de verde ilusionado
para latir de nuevo en primavera
con tu mirada pródiga de océano
sobre el vaivén de la ola o de un columpio
que es pulso enmascarado y evidencia
 de la curva vital que navegamos.