viernes, 12 de diciembre de 2014

La Capitana




Convoqué a las estrellas para buscar mi estro
y un astrolabio milagroso marcó tus coordenadas de inmediato.
Subí a mi nave más velera y me lancé a la mar con valentía
 de cara al cielo, encendida la piel, avizorando soles.
Entonces fue más rosa que nunca la rosa de los vientos:
 floreció por milagro en altamar pintando primaveras,
y orientando mi rumbo con brisas  perfumadas de playas escondidas
hasta encontrar tus luces de bengala.
La aguja del compás bordaba primorosa el derrotero…
Allí estabas, de pie sobre los riscos, fosforescente en la entusiasta marejada;
 yo  bien cerca de ti, bogando a toda proa hacia el acantilado,
(a un naufragio seguro), por miedo de perderte,
perderme yo primero- le dije a mi coraje.
-Aquí estoy,  mi rumbo ahora es tu rumbo -te animé capitana-,
¡alcanza  ya mi barco en este golpe de ola, no lo pierdas!
A nado te lanzaste hacia el bauprés, yo te tendí los cabos,
y te asomaste alegre por la borda, mientras el mascarón soplaba burbujas de esperanza.