jueves, 1 de septiembre de 2016

Guirnaldas melodiosas



El camino se pinta de guirnaldas
con filas de canoros soñadores,
mientras el día pliega sus colores
hechizado de granas y de gualdas.

Un columpio animado a mis espaldas
se mece con la brisa entre vapores
y en la aurora un pincel de picaflores
matiza rosicleres y esmeraldas.

Mi ventanilla espeja sus perfiles
 vibrantes de zumbidos y aleteos
como alegres e intrépidos alfiles,  

y un orquestal concierto de gorjeos
 puebla el tablero espléndido de añiles
cuando en el cielo empiezan los torneos.








                                                  

Paisaje encantado

El arroyo discurre entre las peñas
en cascadas chasqueantes y espumosas,
se diría que ondinas misteriosas
salmodiaran sus cánticos risueñas.

   No son siempre visibles por las señas,
y se cuentan historias fabulosas,
                  si a menudo se muestran impetuosas                   
                                e irrumpen de repente entre las breñas.                               

Cuando el viajero inquieto por la espera,
sale de su escondite tras los pinos
para alcanzar a nado la ribera,

el agua se alborota en remolinos  
y la incierta emoción de una quimera
será alforja de todos sus caminos.

El ángel olvidado





Te he encontrado muy triste en medio de la plaza
entre los matorrales que alimentó el descuido,
tu aliada era una niña que partió hacia el olvido
con el sol que una tarde despidió en la barcaza.

Levanta la mirada y mira la terraza
 creo que en sus tapiales aletea algún nido,
 porque entre la espesura hay un trébol florido
y en busca de semillas planea una torcaza.

¿Acaso te hace falta la diadema de espliego
que esa amiga tejía en cada primavera
sobre tus margaritas que necesitan riego?

 Ondula tu cabello la vieja enredadera
con hojas de almanaque que he enrollado en un pliego
porque he vuelto a peinarte, yo soy tu compañera.