jueves, 27 de junio de 2019

Los misterios del bosque




El bosque se ha encendido de fanales,
 y la hojarasca emite sus chasquidos
con voces que renuevan los chistidos
de duendes y presencias siderales.

Si reiteran su forma de fractales,
son sensibles al club de los sentidos
 pendientes de rumores y silbidos
que anuncian mundos feéricos o astrales.

Dormita el sol y suelta su energía
 en fantasmas de ignotas dimensiones
que para muchos son de fantasía,

aunque la magia inventa sus razones
con hadas, gnomos y mitología
del universo y sus constelaciones.

Rojizas proyecciones
de los sueños del sol que el bosque ronda
en leyendas latentes de su fronda.













martes, 11 de junio de 2019

Los juegos del colibrí

    




Un molinete de alas
en los árboles frutales
despertará a los rosales
con su fragancia y sus galas
 y al capuchón de las calas
con su abanico de amores,
besando a todas las flores
 con su pico melodioso
se muestra tan cariñoso
que ellas le dan sus colores.

De ternura, colibrí,
me endulzas con tu hui hui…

Y en el cerezo disfruta
de sus ramas perfumadas
 tal vez níveas o rosadas
hasta que cambia de ruta
y juega con la permuta,
entre almendros y ciruelos
 con breves y raudos vuelos.
balancea algún racimo
libando su miel con mimo
antes de que caiga al suelo.

De ternura, colibrí,
me endulzas con tu hui hui

 De pronto algunas varillas
mece el viento perfumado
y el picaflor extasiado
ve retamas amarillas
que columpian sus gavillas
y detrás de una maceta,
 la  copa blanca y violeta
de mi jazmín paraguayo
y tan veloz como un rayo
hacia aquí orienta su meta.

De ternura, colibrí,
me endulzas con tu hui hui...









viernes, 7 de junio de 2019

La ciudad de oro

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Hoy mi casa rodante de repente,
desde un camino peligroso y roto
 cayó por el alud de una pendiente
 en un agujero fantasmal e ignoto.

  Y en una dimensión desconocida
me fascinó vivir esta aventura,
aunque parezca toda una locura
mi historia ya no fue más aburrida.

Por la línea tangente e invisible
penetré en un espacio paralelo,
pues cada sitio tiene su gemelo,
aunque parezca un hecho inconcebible.

Sin embargo, noté una diferencia:
aquí se premia la benevolencia,
si he perdido el pasado, no lo añoro
con mi presente en la ciudad de oro,

A veces no camino sólo vuelo
y me pregunto si he llegado al cielo.



El río de mi vida





¿Será que me habré dormido
en esta noche de olvido,
a nado, en la carretera
sin encontrar la bandera
flameante y cuadriculada
que me anuncie la llegada
con el fin de la carrera?
¿O habré caído en un río
porque siento mucho frío
y estoy corriendo en un sueño
sin saber quién es el dueño?
¡Ay, se ha nublado mi vista
con las luces amarillas
y ya no sé cuántas millas
he avanzado en la autopista!
¿Adónde me lleva el agua,
si estoy sola y mi piragua
quedó en el embarcadero?
Veo el líquido sendero
con señales caprichosas
que iluminan misteriosas
los recodos del camino,
aunque ignoro mi destino,
pero confío en mi suerte
y no le temo a la muerte,
pues me siento protegida
en un círculo perfecto
y no hay ni un ángulo recto
ni algún cruce a la salida,
entre ondas y luminarias
e historias extraordinarias;
mas yo sigo sin aliento
la extravagancia del viento
y el oleaje en un momento
 vuelve al punto de partida
la aventura de mi vida.

domingo, 2 de junio de 2019

El mascarón de la luna






Tal vez un pez trepado en la proa oxidada

o un mascarón moderno de onírica maqueta

han encontrado juntos la mágica receta

de alojar a la luna paseando por la rada.


Hoy la nave orgullosa singló por la ensenada,

aunque el antiguo casco roló en una pirueta

y el resultado infausto de aquella voltereta

fue el fondo del océano con la ilustre invitada.


La bella pasajera alumbró aquel paisaje,

irisando secretos de extrañas caracolas,

y las ondas chispeaban dorando su hospedaje,


pero el viento nocturno jugó sus carambolas:

la bajamar confusa desnudó aquel paraje,

echó a la visitante y despidió a las olas.


Mas guardan las farolas

sus fases y reflejos, brillando en las cabriolas

con su tiara creciente, se duplica en su cuna

el mascarón ambiguo que disfraza a la luna. 





La flor enamorada



Y elevó su corola aquella flor
sobre cristales rotos y vencidos,
pues de improviso se escuchó a un cantor
 con gorjeos de pájaros espinos
que con dulzura renovó el valor
para afrontar charadas del destino
 y se nutrió su savia del dolor
tallando el vidrio en aguijones finos
protegiendo el aroma y el color
que perfuman los aires matutinos.
"Puedo erguirme de nuevo, si tu amor
me anima y riega luz en mis caminos”.