martes, 30 de abril de 2019

Ay, gigantes centinelas






El bosque no teme al tiempo,

sólo un incendio lo apaga

y el pájaro es un segundo,

breve flecha entre las ramas,

saetilla de relojes,

que el paisaje nos regala

y a las seis, cuando amanece,

canta frente a tu ventana.

-Ay, cucú, que me fastidias,

quiero abrazarme a mi almohada,

que afuera sigue nevando

y está blanca la calzada.

Ay, cuco del monte verde,

vuela con otros fantasmas,

déjame dormir un rato

que no ha sonado la alarma.

Los minutos pasan raudos

y el niño aguarda en su cama

que le lleve el desayuno

con café, leche y tostadas

untadas con queso blanco

y un poco de mermelada.

-Padre, muy pronto en la escuela

repicará la campana

y al maestro le fastidia

que entremos tarde en el aula.

El reloj domina al mundo

y en la cabeza se instala

de padre e hijo que cuentan

los segundos que les faltan.

Ambos miran hacia el bosque

donde el árbol se agiganta,

pues su vigor vence al tiempo

y hacia el cielo se derrama.

Las centurias no perturban

sus raíces aferradas

para florecer de nuevo

con la fronda renovada.

¡Ay, gigantes centinelas

de mi vida que se escapa!










Steffi y la loba de los témpanos





 Sí, loba de los témpanos, te adopto sin demora,
de lejos me has seguido hasta la verde isleta.
 Steffi  se ha marchado al cielo y su silueta
 se refleja en la escarcha que mi lago atesora.
.
Al verte tan distinta de mi fiel labradora
que esperaba a mi lado como tú en la viñeta
se  me ocurre llamarte, si tú quieres, Violeta,
 por la luz que proyectan los campos de mi Mora.

Así yo la llamaba porque era dulce y bruna
 y pareces la antípoda, tan salvaje y tan blanca,
mas si sigues sus huellas la verás en la luna.

Y en este otoño helado que con la nieve arranca
dejaré el viejo tango, pues dice que ninguna
 habrá igual que mi Steffi cuando el amor se estanca.

Violeta, blanca loba, serás mi compañera
 aprenderé a quererte de una u otra manera.
Tendrás que tolerar esta eterna añoranza,
si el olvido se ausenta y duerme en lontananza.









miércoles, 17 de abril de 2019

Entre el andén y el río




Aquí estoy anhelando bajo la lluvia amiga

algún tren que me lleve al paisaje soñado

y dejar esa estepa donde siempre he habitado

para explorar un monte en que el sol se prodiga.


Si la tormenta arrecia y el paraguas no abriga,

sólo queda esta espera o atravesar el vado

para hallar el camino que mi suerte ha marcado

con una blanca flecha que me orienta e intriga.


Pero el tren se retrasa y me siento cansada

en el andén que aguarda callado y solitario

la sierpe trepidante que surja de la nada,


Sin embargo parece que ha cambiado su horario,

y la opción es el río ya que estoy empapada,

aunque cruzarlo implique un acto temerario.


Olvido en el estuario

bagaje e inventario...

Me invita el pinar alto con un perfume intenso

y la nevisca flota danzando en el ascenso.​




Liquidámbar, árbol de otoño





Tu pintoresca fronda regocija
la despedida urgente del verano;
queremos enlazarlo con la mano,
pero sólo nos deja una sortija

de algún sarmiento que el color no fija
embelesando a algún árbol ufano
con verdes engañosos muy temprano,.
pues no ve el ámbar entre sus rendijas.

Y por la tarde cálida paleta
pinta en la copa gualda, ocre y castaño
 que el otoño salpica como estaño.

Cada hoja anaranjada es una aleta,
de mariposas que aman la glorieta
hasta alfombrar su suelo año tras año

y entretejer un paño
que canta cuando pasan caminantes
y susurra de amor con los amantes.


viernes, 12 de abril de 2019

El balandro fantasma



Sobre un cielo hechizado se ha dormido el velero,
desde el muelle lo atisba la inquieta labradora,
el ocaso subyuga el paisaje a deshora
con la incierta bandada que teme un aguacero.

No hay rastros en cubierta de ningún marinero,
y el ladrido impaciente me avisa sin demora
que estoy frente al balandro fantasma y es la hora
de intentar abordarlo con un plan valedero

para aclarar secretos, abrazada a mi suerte;
la tormenta se anuncia con el zigzag de un rayo,
vela la blanca luna y en penumbras me advierte

que un peligro se cierne y acecha de soslayo,
en el otoño frío de una noche de mayo,
propicia a la aventura, mas no temo a la muerte.

Y aunque nunca despierte
descubriré el enigma más allá de la vida
entre luces y sombras, al fin de la partida.




martes, 9 de abril de 2019

Libro y roble





Yo contaré tu historia, bello roble,
te han despojado de tu celulosa 
para armar un cuaderno verde y rosa,
desde tu tronco de madera noble.

Si yo pudiera devolverte el doble
y hacerte renacer con una hermosa
copa de flores que se eleve airosa
mientras suenan tambores en redoble.

Y en cada nueva página quisiera
pintar  retoños, pámpanos y hojas,
desde las mías y hasta alguna fiera

que en el columpio de tus ramas rojas,
  plena de amor y selva se durmiera
 como el yaguareté o la que tú escojas

e ilustrar en mis fojas
 un cielo del color de los jacintos
que brille en tus horquillas y en tus cintos.







domingo, 7 de abril de 2019

El piano de mamá






Ha sonado tu piano en un rincón del alma
y llueven partituras de las viejas gavetas,
parece que tus dedos volaran como aletas
de un delfín melodioso que con silbos me calma.

Ensueños musicales en mágicas carretas
desgranan sus bemoles y en tu teclado empalma
una antigua rapsodia que la congoja ensalma
con notas armoniosas que ensayan sus saetas,

y místicas se elevan al cielo en rauda fuga
 en sonatas llameantes y hechiceros nocturnos,
latiendo en las estrellas que la noche conjuga.
                                   
Y la mañana brilla, mamá, cuando entre turnos
evoco tu concierto que me envuelve y subyuga,
pintando de colores mis tiempos taciturnos
                                                                                              

sábado, 6 de abril de 2019

La nube soñadora


 Te despierta mi rama, ¡oh nube soñadora!,
demoras tus paseos sobre el cielo rosado.
Dice una mariquita que el sol se ha  enamorado
del color de las lilas que un ave bienhechora

pintara por la tarde con licor de una mora,
pero yo estoy sediento y te mando un recado:
Necesito la lluvia que el viento se ha llevado;
esa flor que te alcanza, te  acaricia y te implora

es la feérica imagen de la mano de un hada
que atrapa tu agua fértil hacia la azul cascada
 ¿No ves el pececito que encontró el cauce seco

y escapó del arroyo que es un terroso hueco?
Me miras con fastidio, porque se escucha el eco
del trueno que te anuncia que abandones tu almohada.

Y llueve en la alborada:
las gotas dejan perlas en mi endeble follaje,
y  brotes de esmeraldas adornan el ramaje.

jueves, 4 de abril de 2019

Mi adorable tordillo




Por esa calle sola no tienes compañía,
mi adorable tordillo la buscas en tu sombra,
te mira en la calzada la estampa que te asombra,
mientras luces traviesas van desplegando el día.

Única parroquiana de la cafetería,
ignoro la afectuosa palabra que te nombra,
para correr contigo por la florida alfombra
de diáfanas praderas después del mediodía.

Somos expectativas de un acontecimiento, 
aisladas por vidrieras de una esquina desierta
yo, firme observadora del singular momento,

hoy me acerco a tu impronta desde mi pensamiento
que me incita a escaparme por esa puerta abierta
y alentar tu galope al capricho del viento.



lunes, 1 de abril de 2019

Serenata de amor







Del viento de la tuba ha brotado la vida

y sus notas despiertan al arisco desierto,

una lluvia de flores lo transforma en un huerto

y el tronco pinta alguna primavera perdida.


Amor, me has regalado la mejor bienvenida:

festeja tu elegancia el secreto concierto

del río subterráneo que irrumpe a campo abierto

con sonoras burbujas que buscan la salida.


Tu música transforma el cansancio del mundo

en un jardín alegre de fragantes vapores

y la arena abre paso al humedal fecundo


que sonríe animado por alados amores,

mientras el tiempo late sin parar un segundo

y en nuestros días brillan melodiosos colores.​