domingo, 9 de septiembre de 2012

Caja de música secreta



Cuando la luna baja hasta mi alero
un reflejo de luz en la ventana
me  anuncia parpadeando
que el suave viento de las confidencias acaricia las tejas.
Y  se asoma radiante en la bohardilla
el cáliz de oro y raso que ofrece una alamanda
para la chispa azul de las luciérnagas,
la lluvia ultravioleta que dispersa
 el gran jacarandá de las colinas,
 la senda vainillada de algún escarabajo vagabundo
 sobre la arena tibia del estío,
y el soleado torrente de los rubios jaguares en la fronda.
Entonces, canta el viento en su camino por el cielo
y sopla mil escalas de sones escondidos
sobre la  caja silenciosa que la luna  
difunde en el concierto melodioso del espacio,
proyectando los íconos más gratos
en esferas de seda o cornetas de organza
que el biombo de su rostro va estrenando a su capricho
en la relampagueante noche de mi alero,
 para entonarme a mí también junto a ella
con el latido unánime del mundo
en la cifra orquestal del universo.



 

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