miércoles, 17 de agosto de 2016

Querido árbol galáctico



En mi viaje celeste descubrí tu ramaje,
tus ramas infernales sobre el azul sidéreo
como si en tu planeta un bosque  deletéreo
te atrapase entre lianas de apetito salvaje.

Hoy agrego mi savia a ese rojo ropaje
para que tus raíces nutran el tronco férreo
y una corona de hojas perfume un verde etéreo
para enlazar las cintas que tejan tu follaje.

 Y el viento que fatiga tu alquería lejana
me ha visto y cambia a veces su arena por rocío
soplando de los polos el agua que te sana

para que tus espejos no reflejen el frío
sino una primavera que cante a la mañana
y palpite la vida en tu ensueño de estío.


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