lunes, 15 de junio de 2015

Gran Hermana



Me gustan las carteras ecológicas, aunque no por el precio conveniente
sino porque
con ellas me siento más ligera y hasta puedo volar con dulces pajaritos,
o congeniar con loros y gallinas
 cuyos suaves copetes acaricio con la mirada puesta en el azul.
Y si el viento me ofrece otra pluma perdida de una vieja película, la uso en mi tinterillo como una joya exótica y viajera.
  Me visto entusiasmada y seductora con una buena imitación de tigre o de leopardo que me hace
 tan felina, tan fina y femenina
como las bellas fieras que hoy me inspiran
 o emulando entusiasta el cálido pelaje de un conejo muy blanco y tan bonito
que aprendo a dar saltitos en el país bucólico de Alicia.
Más leve y más hermosa, me siento agradecida,
respetando al modelo perfecto de la Madre Natura que la moderna industria imita alegremente
y  recibo
dichosa y sin alardes  
el milagro de todas las cuerinas que dibujan  serpientes, cocodrilos o carpinchos
 de  múltiples colores, tan falsos y vistosos,
sintiendo muy adentro que todas las vaquitas son Aurora, simpática historieta de mi infancia.
 Ahora me veis arriba acariciando sin prejuicios los cuernos figurados de este Bambi.
Y así me elevo por los aires más etérea y galana, bien tenue y franciscana,
otra Clara bien clara, compañera, 
gran hermana de todas las especies,
trenzando con la brisa mi corona de doradas espigas y blancas manzanillas
 tan cerca de este suelo
 y de otro cielo.




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