martes, 4 de junio de 2013

Maga roja de otoño





Seré la farolera de tu noche
 que encenderá la yesca del otoño
dando lumbre a doradas aventuras por esos bosques gualdas de naranjos,
chisporroteantes de hojas,
 bajo una ráfaga de luz que apura el calendario
 hacia abriles de viento
 y mayos de lloviznas insistentes que disuelven estrellas,
cuando buscan en vano y sin descanso reflejarse en el biombo satinado de la  luna.
Dormita el aire entre los pliegues de la brisa
y el campo despereza su holocausto letárgico, 
soñando con perdidas primaveras 
de verdores vibrantes que se han ido
  a otro circuito frívolo del tiempo, autómata impasible,
 que repite rutinas de un ciclo itinerante,
mientras  mi  prodigioso pedernal insiste con el rito,
entre  los leños húmedos de impiadosas borrascas,  
susurrando la fórmula secreta bien erguida en mi vuelo,
desafiando el espacio electrizado de tormentas 
con mi traje más rojo de maga del otoño, prolongando las llamas del ocaso,
en tanto que mis labios pronuncian el conjuro:
“No crepite la hoguera, que se incendie de oro, que chispee perpetua
 y el fuego inextinguible del verano fulgure en  nuestro abrazo".


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