sábado, 18 de mayo de 2024

Calma chicha




Era un viejo pirata que buscaba un tesoro

y encontró en su trayecto a una sirena de oro.


Parecía dormida en un rojo arrecife

y era la obra perfecta de un maestro alarife.


Envolvió con las redes de amor la extraña joya

y señaló el hallazgo con una nueva boya.


Pensaba en renovar su mascarón de proa,

pues ya no se notaba, si era dragón o boa.


“Será el galeón más bello que navegue los mares

con esta talla única, sin otros ejemplares”...


Pero al volver al barco no vio a los tripulantes

y recordó leyendas de antiguos navegantes.


Sin ráfagas ni olas, todo era calma chicha,

pero no iba a dejarse llevar por la desdicha…


Miró por la cubierta, buscó en los camarotes

y halló a todos dormidos de pie sobre los botes.


Junto a su tajamar, cada hombre era una estatua

“No voy a arriesgar vidas por una ambición fatua”.


El océano airado le hacía una advertencia,

y en su extraño mutismo le mostraba pendencia:


“No existe un enemigo que a estas aguas ofenda:

me quedo con tus nautas, si te robas mi prenda” .


Y el osado corsario dispuesto al abordaje

advirtió la amenaza y soltó el correaje


Giró el timón, entonces, y cambió el derrotero

“No desafiaré al mar”. -pensó el filibustero.


Y todos despertaron sin recuerdos del sueño;

solo aquel bucanero con su frustrado empeño.


Y mirando la boya que hamacaba el oleaje

dio fin a la aventura de su ilusorio viaje.


A veces melancólico revivía el momento

pensando en la sirena y el hechizo del cuento.



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