Quien dice
que los gatos son interesados
no conoce
los gatos.
Tú no
querías nada, tan sólo saludarnos en la cena
Venías despacito,
con tu estilo muy fino y elegante
con tu estilo muy fino y elegante
como
ensayando el paso delicado
de un
etéreo ballet en blanco terciopelo
con tus
suaves polainas silenciosas
que
lustraban con mimo la madera.
“Aquí estoy”-anunciabas- para dar tu presente
(que hoy me
hace tanta falta),
y nos
mirabas
con tus
ojos tan verdes y orientales,
entornados
con dulce complacencia,
mensajeros de amor correspondido…
Ausencia inesperada...
Cuarenta y
siete días y te añoro,
quiero decirte adiós,
pero no
puedo,
si hasta me
duele el alma,
con la genuina revelación de su existencia,
porque duele
de una
manera atroz
e irrevocable en las partidas.
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