La niña
preguntó a la mariposa:
-¿Por qué
esa blanca flor lleva mi nombre?
No es que
su encanto y prodigalidad me asombre,
aunque no
niego que soy muy curiosa.
“Quiero un
jazmín, o el alhelí y la rosa
soy el
floricultor -me dijo un hombre-,
busco un
tapiz que la pradera alfombre
con su belleza nívea y luminosa.”
-Silvestre es el encanto que te habita,
pues tu
modestia fluye desde el centro
del foco de
oro en que la vida asoma;
por eso, si te llamas Margarita,
verás que
el sol te mira desde adentro
e irradia
rubio y campesino aroma.
Por
detrás de la loma,
la sabia mariposa
con premura
revoloteó detrás la espesura.
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