Cariñoso potrillo,
me visto de princesa
para
explorar contigo los bosques del ensueño
y encontrar
en su fronda, si busco con empeño,
el mensaje de
un duende o alguna otra sorpresa.
Junto a la
fuente clara me invita una frambuesa
a pintarte
los belfos con su jugo y, risueño,
me miras esperrando que se llene el barreño
con la
fruta exquisita que agridulce nos besa.
Hoy luces el bonete, pirulí o caramelo,
que en tu frente un demiurgo pinceló en su locura
con mágicas
pociones, y emprendo la aventura,
desplegando
las alas que nos llevan al cielo,
porque el
zumo de frutas jugó su travesura,
y planeando
en el éter remontamos el vuelo.
Y el enigma
revelo
del cerco
de frambuesas encantado
que nos regala
el misterioso hado.
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