A veces torrenteras de otros lares
y argentinos espíritus alados
visitan mi caleta, enamorados,
por las ondas rapsodas de mis mares.
Angélicos espectros tutelares
que atrapan mis peñones imantados
e inundan mis boscajes encantados
con su plateada
ráfaga de azahares.
¿Será que el alma ansiosa los invita
y el corazón apura su latido
para que acudan rápido a la cita?
¿O el verso azul afina algún sonido
que transforma la pena que lo habita
en un canto de amor que alegra el nido?
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