Entre nidos
de luz
he atrapado
tu nombre
para
ovillarlo en una hebra de sol
sobre la
almohada de mi siesta.
Viajero sin
saberlo
por aldeas
ignotas,
por
callejuelas insondables
y ríos
misteriosos,
trazando
cartas núbiles
,mapas
inexplorados
en atlas
estelares.
Se
desgranaba el día en filigranas,
reverberaba
el tiempo en los reflejos
errático y
ajeno.
Alguien me
despertó quizás
y al verme tan
incierta
se alejó
distraído
creyendo
que no estaba.
Los relojes
se quedaron dormidos en ese mediodía,
las horas
bostezaban distraídas,
tal vez
vino la noche
con un beso
de brisa,
tu voz
nacida de mi sueño,
tu imagen,
todo tú en
el sonido y en la luz
ideal de
tan real –y tan astral-
por caprichos
del viento
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