-Abuelo, a
veces pienso que quiero ser maestro
-Enseñar a los otros es tarea muy noble
con tesón y paciencia armas tu juego doble,
y ese don pedagógico se enciende con tu estro.
- Pero además, abuelo, quiero ser ebanista,
trabajar
la madera, con estilo y con gracia
o pintar
sobre el lienzo flores y hojas de acacia
-Entonces, niño mío, tu quieres ser artista.
-Y
también ser poeta, ¿es difícil, abuelo,
escribir esos versos que lee mi
profesora?
-Sólo hay que oír las voces de algún ángel del
cielo…
Cuando
éste nos habita, toda el alma se dora,
entonces
las palabras van remontando vuelo
como azules cocuyos en la mágica hora.
Y la poesía mora
en la mente, el cuaderno, el pliego o la
pantalla,
y el corazón aflora
o es flor que va exhalando perfume y no
se calla.
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