a través de
los siglos soterrado
en un
paisaje calcinado y yerto
por el
fuego del sol en la hora plena
(tal vez
llegar aquí valga la pena).
Oigo el silencio
y páginas que escapan,
el viento
glosa el incunable abierto
con la voz
de las horas infinitas
en un
idioma ignoto, mas no incierto
que revela la esencia primigenia,
si el sabio
soñador me hace la venia.
Todo voy
descifrando ante mi asombro,
mientras
abro los ojos y despierto
tendido
entre las dunas reconozco:
mi cuerpo
de tensiones ya liberto,
y un demiurgo
sin nombre me señala
el tiempo
de los dones y el mandala
donde la eternidad se manifiesta
cuando todo transcurrey nada advierto,
donde la eternidad se manifiesta
cuando todo transcurrey nada advierto,
en la tarde embriagada de colores
por el
manual de la ilusión diserto
sobre
ensueño, quimera y espejismo,
a salvo de
bastiones de realismo.
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