Éste era un
árbol mágico que irradiaba colores,
su follaje
de luces se proyectaba al cielo
y al final
de la lluvia extendía su velo
para armar
arcoíris con alegres albores.
Bajo su
bella sombra yo miraba sus flores
perfumadas
de dicha y prendía en mi pelo
alguna bien
bonita que matizaba el suelo
y mi alma
de inmediato se encendía de amores.
Me pregunté
si él era un árbol de la vida
y entre
sueños felices encontré la respuesta
porque sin
darme cuenta descubrí la salida
por un
camino llano sin subir por la cuesta
de penas o
problemas y comprendí enseguida
que sus
luces tornaban la vida en una fiesta.
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