La vida era
una fiesta que regalaba amores,
jamás nos
arredraban ni rayos ni centellas,
saltando
sobre un charco salpicado de estrellas
abríamos
felices paraguas de colores
se volvían sombrillas
recogiendo las flores,
si el sol
se divertía en las tardes más bellas,
las horas no
entendían de envidias ni querellas
y los
sueños tejían trayectos seductores.
Ahora que
giramos en ronda itinerante
como un
paseo atávico de luna cristalina
que
transparenta el mundo de ayer en un instante
pintamos primaveras, jugando en una esquina,
con risas que perfuman algún día fragante
que lindo!!!
ResponderEliminarMuchas gracias, Muñe.
Eliminarun canto a la amistad!! :)
ResponderEliminarMuchas gracias, LI, qué suerte que te gustó.
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