Abuelo del camino,
gracias te
daré siempre por brindarnos
tus fiestas de colores y dulzuras,
tus vuelos
perfumados de susurros
o el silencio
elocuente de tu abrigo.
¿Cómo no
amarte a ti tan misterioso, que ves pasar las horas
y
trasciendes el tiempo mutando en piedra eterna
para dar testimonio universal de otras
historias?
Bien conoces la mía, abnegado vigía,
confidente romántico del alma enamorada de la
vida,
si encontrarte a la vera del camino nos
reconforta siempre
al sortear los pasajes desiertos de este mundo.
No hay
soledad ni pena que pueda desdeñar tu fronda amiga,
Rascacielos de nidos y gorjeos, bulle la luz en tu ramaje ameno.
Albergas
mil hogares invisibles y el mío trashumante,
si cansada te abrazo y me duermo en tu sombra,
me miras desde
lo alto, bamboleando tu copa que ofrece su aire puro
Tú no
puedes seguirme, pero siempre me esperas, al descender del muelle,
Abuelo confidente de aventuras…
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