¿Recordarás
acaso cuando tú me esperabas en la punta más alta de la luna?
Era cuarto
creciente junto al lago de plata,
frente a la
cordillera con sus góticos picos tan níveos y virtuosos.
Se peinaban
las ondas como novias de espuma,
si el viento enamorado las besaba con silbos obsecuentes.
¡Ah el
viento patagónico del Lácar de febrero!
Y tú y yo en la piragua dorada de la
luna bajo la noche centelleante de luceros…
Y luego el plenilunio, majestuoso y callado,
Y luego el plenilunio, majestuoso y callado,
llevándonos a cuestas por todo el universo, pletórico de estrellas o azucenas.
De pronto fue el menguante bajo la lluvia helada,
De pronto fue el menguante bajo la lluvia helada,
tú y yo, desorientados,
de la proa a la popa de la luna,
que rolaba
borrosa y desmayada hacia occidente.
Y nosotros buscándola y buscándonos,
y el cielo encapotado en el austral silencio.
Fuimos entes perdidos en la galaxia incierta y solitaria
Fuimos entes perdidos en la galaxia incierta y solitaria
bajo
aquel novilunio que no nos recordaba (y aún era verano)
Sólo el celeste etéreo del Lácar argentaba
cuando el frío silente iluminó de nieve aquel nocturno.
https://youtu.be/u8s6bBWVLg0
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