lunes, 4 de noviembre de 2024






El vestido fue manta en el otoño

sobre la oscura grama atardecida,

que despertó de pronto sorprendida

por el tul o el susurro de algún moño.


Se tendió la pareja complacida,

entre encajes en flor, orla o madroño,

y el viento ante la falta de un retoño

sopló hojas de oro como bienvenida.


La paz de aquella tarde dio cobijo

a fantasías, viajes y primicias

y una ilusión secreta con el hijo,


intercambiando sueños y caricias,

cuando bajaba el sol a su escondrijo

y las estrellas daban sus albricias.


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