Te salvé por milagro, mi querida Esmeralda.
Tus verdes ojos cuentan el temor a la muerte:
Todavía no sabes que tienes mucha suerte,
pues tu carita asoma encima de mi espalda.
Ha pasado el peligro y juegas en mi falda
ronroneas con mimo y comienzo a quererte.
Te encantan mis madejas; he pensado en tejerte
un enterito verde y un sombrerito gualda
como este nuevo casco que protege mi vida
y atempera los riesgos de una acción temeraria:
parezco Don Quijote urdiendo una salida.
Y al volver será afable la casa solitaria:
vendrás a recibirme o te hallaré dormida
transmitiendo ternura y la paz necesaria.
para esta voluntaria,
rescatista en derrumbes, incendios y maltrato
de algún ser
indefenso, caballo, perro o gato.
Para Carolina y Sole que tanto hacen por los animalitos indefensos.
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