He nadado
hasta el bosque de coral
a
buscar el tridente de Neptuno
que
mostraba la carta occidental
del templete erigido para Juno.
Detrás de
mi escafandra de cristal
vi anémonas
y peces, mas ninguno,
entre
estrellas del viejo pedestal
con el
perfil del hipocampo bruno.
Me sumergí detrás
del atolón
por aquel
monte vivo y escarlata,
entre las
madreperlas de un peñón,
y encontré
en la rocosa escalinata
el puño de
azabache en un arpón
que era el caballo mítico de plata.
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