Envolverse
en la seda,
dar a luz
al amor en la aurora del tiempo,
amanecer la
tarde al respirar la copa;
los dedos
como pájaros perfuman el espacio,
mientras la
rosa primordial le canta al viento
y se
enciende en nosotros la mirada.
Tú y yo sobre la luna
en los
juegos del aire y en el rostro del agua,
que nos
repite en ecos y latidos,
desde la
tierra verde hacia estrellas calladas
que
desgranan eternas serenatas,
pintando nuestros nombres
en la noche viajera
que teje soñolienta su alborada.
que teje soñolienta su alborada.
Al borde
del cariño,
quiere alegrarse el alma
quiere alegrarse el alma
y el reloj de la sangre
en el
temprano rosicler del día
sonríe entre fragantes llamaradas
en un fuego
de menta
que
acaricia las voces
y apaga las distancias.
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