El nadador mostraba su destreza,
cuando la dama con secreto asombro
evocaba un suceso que ahora nombro
como acto de valor y de grandeza.
Recuerda al vencedor de otra proeza,
al héroe entre el derrumbe y el escombro,
que se desgarra el dorso de hombro a hombro,
por salvar a una niña que tropieza.
Ella mira en silencio la corona
cuando reina del mar es elegida,
mas cree que la merece otra persona,
que en el tsunami le salvó la vida
y con tatuajes recubrió la zona
para ocultar las huellas de la herida.
En la audaz zambullida
descubre al ganador de ese torneo
que lleva a Poseidón en el trofeo,
y es quien la rescatara de la muerte
cuando su cuerpo resbalaba inerte,
entre el oleaje airado y turbulento
del furibundo océano en el viento.
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