-Tienes el
sol sobre la frente, nieto,
te irá
bien, con mi beso lo he sentido.
-¡Debe
ser fiebre, abuela, estoy molido!,
no pude
descansar y estoy inquieto.
Ha quedado aquel ático obsoleto
el día del examen tan temido;
el día del examen tan temido;
la noche en
vela ya pasó, y se ha ido
el chico a desafiar el arduo reto.
La anciana
está ordenando los papeles;
gira su bolillero el estudiante,
deseando superar altos niveles.
El aula
resplandece en ese instante,
los números
deseados llegan fieles
y muestra
las bolillas al pasante.
Resuena ya triunfante
la voz que
expone el tema con firmeza,
mientras la
abuela en la buhardilla reza:
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