Son tropeles de frases desafiantes,
desfilando en celeste cabalgata,
galopan como potros sin
sosiego,
resueltas a saltar todas las vallas.
Y al sol, cuando
esperamos su regreso,
las vemos esfumarse en la ensenada,
tan vengativas como indiferentes
o ajenas canturreando serenatas.
Todo es penumbra, entre rompiente y bruma,
cuando los ojos velan la jornada
bajo una lluvia azul de pensamientos
discurren seductoras las palabras.
Ya mis labios ensayan
los sonidos
que mis dedos dibujan en la almohada,
pasarelas de sueños errabundos
retumban entre cascos
por la playa
y en los portales de la misma sombra
hay relinchos de luz en la posada,
bajo el embrujo que transforma al verso
en caballos de luna y
madrugada.
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