Con anillos de luna, amado, has tejido caricias
para envolverme en el camino de la lluvia.
Con tu mano ciñendo mi cintura he bailado descalza
la fiesta de los tréboles sobre la escarcha.
Con el relincho rojo de un hipocampo enamorado
has soplado burbujas
en el quieto diseño
de las aguas dormidas.
El dios de los trigales ha
encendido
mil espigas de luz
sobre la mesa
y la estepa se ha despertado en un prodigio de amapolas
con el canto coral de tus lobos troveros.
Númenes de la miel habitan mi colmena
que susurra perpetua
el himno de las flores.
El cielo se ha pintado de verde esta mañana.
El cielo se ha disfrazado de pasto y de verbena.
Del borde de las copas
asciende generoso
el espíritu de la
fresa y de la mora
al borde de las bocas
y del vino
para que nos brindemos
para que disfrutemos, amor mío,
para que celebremos
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