Tal vez fuera una fiesta vikinga junto al fuego
que ha copiado las tintas rosadas del ocaso,
dicen que las walkirias dejaron en un vaso
Partieron en la tarde, mar adentro, y acaso
bebieron la amargura que trae el desapego
del anillo de nieve que circundaba el juego
con la esposa y los hijos y el reiterado paso
en torno a la fogata de la familia unida,
que era mesa hogareña en el medio del hielo
frente al pinar nevado que acariciaba el cielo
y atraía a los niños por su verde guarida
de bosque misterioso, propicio a la escondida,
entre patines rudos que rayaban el suelo.
Con las velas al vuelo
singla la nao vikinga dispuesta a la conquista
y el mundo conocido ya se pierde de vista.


Me dieron ganas de releer Salka Valka y de viajar a Islandia!!
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