Cansada de neviscas y de
bruma,
me he jugado a la luz, a
tus ventanas,
y al despertar la
siesta de la hojas
me saludan luceros
de alborada.
Desde el verde dosel del
sotobosque
un ojo azul devuelve la mirada,
y a torrentes de sol, si
es mediodía,
me hamaco entre
columpios de campánulas
que anudan mis aretes de
arvejillas
a las flexibles trenzas
de tus lianas.
Voy a tejer nuestro
edredón de nubes
con agujas de pinos esmeraldas
enlazando las cintas de
arcoíris
entre broches fragantes de lavanda
en alto vuelo por los
tornasoles
de su esplendente
pórtico de entrada
Y a jugar bajo el sol, a
nada o nido
con balcones a estrellas en
tus ramas
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